viernes, 22 de abril de 2016

Ni aunque los eduquen

Según esto, hoy es el día de la Tierra. Todo el mundo se vuelve ecologista y comparte consejos ambientales y fotos de osos polares sobre pequeños témpanos de hielo en sus redes sociales. Algunos incluso alivian su parte de culpa por la destrucción ambiental plantando un árbol. Pero como ya hemos dicho antes, este tipo de iniciativas sirven de muy poco, o hasta contraproducentes pueden resultar.

“Total, ya planté un árbol ayer.”

Pues bien, yo les tengo a todos el mejor de todos los consejos ambientales: Dejen de tener hijos. En serio.

En primer lugar, lo obvio: Cada nueva persona que llega a este mundo va a consumir una cantidad inmensa de recursos a lo largo de toda su vida: Agua, comida, energía, drogas, los sueños de sus padres. Por más ambientalmente responsable que eventualmente llegue a ser la persona, es un hecho que no puede vivir sin realizar este consumo, y cada uno de nosotros cuenta. De hecho, es mucho más probable que la basura que generas a lo largo de tu vida tenga un impacto en el mundo más grande que tu propia vida. Dentro de 100 años ya nadie se acordará de ti, pero los restos de los smartphones que cambias cada año seguirán vertiendo metales tóxicos en el subsuelo.

En segundo lugar, dado que a la mayoría de la gente le importa un carajo el planeta, una persona cualquiera tiene muchas más probabilidades de nacer en un entorno totalmente adverso para la toma de conciencia ambiental que en uno favorable.

Viendo el lado positivo, recordemos que la ignorancia es felicidad.
“Pues yo sí soy capaz de educar bien a un hijo, fíjate”, van a decirme, por supuesto. Y está bien. Les creo. Pero en tercer lugar, aunque seamos los mejores padres del mundo y criemos a un hijo o hija ejemplar, de todos modos será siempre parte de una minoría consciente y frustrada por la existencia de una mayoría preocupada sólo por sí mismos. Lo habremos traído a un lugar horrible y hecho consciente de qué tan horrible es. ¿Quién querría algo así para sus retoños?

Criar y educar bien a un hijo no es fácil. No cualquiera puede hacerlo. La cosa es que todo el mundo los tiene todo el tiempo, sin control alguno, cual especie invasiva que llega a destruir el equilibrio de un ecosistema, pero en una escala global. ¿Queremos realmente distinguirnos de los animales? Vayamos en contra de ese instinto de reproducirnos sólo porque podemos; de esa idea de que hay que dejar un legado en forma de pequeñas versiones de nosotros. Es un hecho que no le vamos a dejar un mundo mejor a nuestra descendencia; mi opinión es que lo mejor es no dejar una descendencia que sufra por el mundo, o peor, que lo haga sufrir aún más.

lunes, 11 de abril de 2016

¿A quién carajos rezarle?

Hoy, después de muchos años, sentí la necesidad de rezar.

Eso es un problema muy grande cuando no sabes ni a quién, ni a qué rezarle; cuando no crees en un dios de la manera convencional.

Muajajaja.

El Universo se rige por las reglas de la física. Descifrar esas reglas es lo que mantiene a los astrónomos, físicos, químicos, biólogos y demás tan ocupados; pero al final, lo que buscan los físicos es una fórmula, o conjunto de fórmulas, que lo resuelva todo: la Teoría del Campo Unificado. Una fórmula que explique tanto las ondas gravitacionales como las interacciones entre partículas subatómicas. Muchos podrían llamar a esta fórmula "Dios".

Otros prefieren una salida más fácil, y llamar "Dios" a un señor barbudo que vive en el cielo y te espía en todo momento, aún cuando te masturbas. Pero a fin de cuentas, todos estamos buscando una respuesta a una pregunta: ¿Qué hay detrás de todo aquéllo que no entendemos? La diferencia está en con cuál respuesta te conformas.

Yo, por ejemplo, no entiendo por qué carajos mi mejor amigo tuvo un accidente que le lesionó varias vértebras, y que lo dejará incapacitado por, al menos, un par de meses. Me dolió mucho, pero ese dolor no podría jamás compararse con el suyo. Ese dolor es muy difícil de imaginar, cuando lo único que te han roto es el corazón.

Drama, drama, drama.
Cuando llegué en la ambulancia con él al hospital, con su familia esperándonos, le dije a su mamá que qué mala suerte tiene, siempre le pasa todo. "Es que nunca se persigna", me respondió. Yo tampoco me persigno nunca, y no me pasan esas cosas, así que Jesús está fuera de la jugada. Si acaso sé algo, es eso.

Hoy, mientras él entraba a cirugía y yo iba rumbo al trabajo, sentí ganas de rezarle a alguien. Pero no supe a quién. ¿A Jesús? Puaj. ¿Al Universo? Ni que fuera hippie. ¿A Odín? ¿A Ehécatl? Tal vez. Se lesionó disfrutando del aire, piloteando un parapente.

Larga vida a los maestros-aire.
No supe a quién, y ahí iba yo, en el camión, con esas ganas de rezarle a alguien porque todo saliera bien queriendo salir en forma de ganas de llorar, porque en el fondo entiendo que Dios, sea Jesús o sea una fórmula, no quiere ni atiende a nadie en especial. Todo se rige por las reglas establecidas, no hay más.

Al final la cirugía salió bien.

Gracias, Ehécatl. O quien sea.