martes, 14 de octubre de 2014

La Luna Roja, la abuelita y el teléfono inteligente

Recientemente pudimos apreciar desde nuestro planeta un bello eclipse lunar. Un fenómeno que tal vez no sea algo extraordinario, como una supernova o un meteoro que termine con gran parte de la vida terrestre; pero sí es, hasta cierto punto, inusual. Y como buen evento astronómico inusual, dio pie a una buena cantidad de declaraciones desafortunadas, llenas de ignorancia y superstición, incluso por parte de líderes de naciones.





Una luna soviética, una luna de los Diablos del Toluca,
una luna Lannister.

No sé. Yo tal vez relacionaría más al eclipse con algún hecho sangriento vigente, como hicieron varios en redes sociales con los sucesos en Ayotzinapa, Guerrero. Pero una vez que lo piensas un poco, hacer eso es demasiado fácil, porque en realidad los hechos sangrientos jamás han cesado desde el inicio de la civilización. La sangre se derrama a diario, indistintamente del color de nuestra Luna.

Si en lugar de estar diciendo babosadas, toda esta gente se preguntara la verdadera razón por la que la Luna se pone roja e investigaran, sabrían que ello sucede porque, al estar completamente cubierta de la luz del Sol por la Tierra, la única luz que le llega es la que se refracta al atravesar la atmósfera de ésta. Las moléculas de aire y las partículas de polvo dispersan la luz, desviando la luz de longitudes de onda más cortas y proyectando hacia la Luna la luz de longitud de onda más larga, que nuestros ojos perciben como rojo. Si la Tierra no tuviera atmósfera, la Luna se pondría completamente negra durante un eclipse lunar.

Science, bitches!
Es exactamente la misma razón por la que vemos al Sol y a la Luna de color rojizo cuando están cerca del horizonte en un día cualquiera (cuando están en el horizonte, su luz atraviesa más atmósfera que cuando están sobre nosotros), y es algo que uno no tarda más de diez minutos en buscar, leer y comprender.

Si esta gente se preguntara el por qué de las cosas, se maravillarían al imaginar las posibilidades de planetas que orbitan estrellas binarias y tienen varios satélites, planetas lejanos con un cielo con dos soles y unas catorce lunas, donde habría posibilidad de múltiples eclipses simultáneos que la humanidad apenas y puede soñar con presenciar algún día. En un Universo tan vasto, seguramente existe algún planeta como el que imagino, o como los que imaginaron Asimov, Heinlein, Clarke, o hasta George Lucas.

¡NOOOOOOO!
Lo mejor de todo esto, es que entender el por qué sucede algo no le resta belleza al suceso. Una luna roja sigue siendo un evento inusual y hermoso, aún sabiendo qué lo causa.

Podríamos excusar la ignorancia de tanta gente diciendo no todos tenemos acceso a una buena educación.

Podríamos, pero la verdad es que ya no dependemos de nadie para que "nos dé" educación, ni siquiera del gobierno. ¿Se imaginan que cada quien tuviéramos a nuestra disposición un dispositivo portátil con acceso a todo el conocimiento humano? Bueno, pues nuestros smartphones, ésos que usamos para escribir tonterías en las redes sociales, tienen esa capacidad.

Los antiguos creían que la luna se ponía roja porque estaba siendo devorada por dragones, demonios, cerdos, jaguares o sapos de tres patas, dependiendo de la cultura. Pero mientras algunos contemporáneos piensan que la Luna se pone roja porque está siendo devorada por Hugo Chávez, otros contemporáneos ya han pisado su superficie y tienen funcionando aparatos a decenas de millones de kilómetros de aquí, explorando el espacio interestelar.

¿Qué les ha permitido lograr esto? ¿O quiénes? Pues la gente que ha dedicado su vida a la adquisición de conocimiento a través de los siglos. Siempre hemos dependido de estos pocos (proporcionalmente al tamaño de la humanidad) individuos para que hagan avanzar a la ciencia y la tecnología, mientras el resto permanecemos impasibles, ignorantes y culpando a nuestros gobiernos (aunque no siempre sin razón).

Entiendo que, en la mayoría de los sistemas educativos, nos enseñan qué pensar, en lugar de cómo razonar, cómo ser objetivo y a preguntar los porqués de las cosas. Pero seguimos teniendo en nuestros bolsillos un maldito aparatejo con acceso a todo el conocimiento humano, así que el aprendizaje ya es, en esta Era de la Información, una cuestión de voluntad.

Llámenme iluso, pero creo que es posible un mundo en donde quienes se informen, aprendan, luchen por el bien común y la hagan de pedo por todo lo que está mal en él, sean mayoría. Vamos, si mi abuelita vivió en tiempos en que no había ni refrigeradores y sigue viva en estos tiempos, creo que podemos tener esperanzas de ver algo así. Tenemos los medios; ahora sólo falta despertarnos un poco.