jueves, 22 de diciembre de 2011

Clodomira y yo



- Buenas noches.
- Buenas noches, Clodomira. ¿Tarde de nuevo?
- Tuve un mal día. Hace rato tuve que ahuyentar a otro gato que se metió en mi territorio.
- Sí, escuché los... ¿Maullidos? ¿Gritos?
- Lo que sea. Búrlate de nuevo. Mi especie no tiene un lenguaje hablado, ¿y qué?
- No. Lo del otro día fue broma, y ya sabes que sé muy bien distinguir tus diferentes maullidos. Además ya sabes que en muchos sentidos, envidio a tu especie. Digo, ustedes no tienen que trabajar, ni preocuparse por dinero, y su nivel de convivencia social se reduce a lo más básico, sin complicaciones.
- Sí. Irónico que ello se deba precisamente a que no tenemos lenguaje hablado, ¿no?
- Entre otras cosas.
- Nah. Es muy claro, si lo razonas un poco. Tus antepasados primates vivían como nosotros, una vida sin complicaciones, recolectando frutos para comer y procreando en público. No fue sino hasta que su cerebro alcanzó cierto grado de desarrollo que inventaron un lenguaje hablado, y con ello empezó a surgir su "civilización", y con ella el trabajo, el pudor, el dinero y las relaciones sociales complejas.
- Tiene sentido.
- Más aún, muchos de sus mitos reflejan este hecho, como el del libro ése del que tanto te burlas.
- ¿Juventud en Éxtasis?
- No, ése sobre... ¿Dios?
- Oh, la Biblia.
- Exacto. ¿No te parece curioso que el hombre haya sido expulsado del Paraíso para tener que trabajar, y cubrir su cuerpo con ropa, todo a causa de comer del árbol del conocimiento del bien y del mal? Pues bien, nosotros los animales, como ustedes nos llaman, aún seguimos en ese paraíso, sin conocer el significado del bien ni del mal.

Y ultimadamente, si esa cochina serpiente puede
hablar, ¿por qué carajos yo no?
- Sí, supongo que es el precio que tenemos que pagar por nuestro intelecto "desarrollado". Qué joda.
- No creas, nosotros también pagamos por su progreso, cuando nos usan para entretenerse, o para hacer experimentos.
- Sí, sí, a mí tampoco me parece bien eso de la tauromaquia o los circos.
- No te limites. ¿Qué me dices de los experimentos con animales, o de las exhibiciones de perros?
- ¿Qué tienen de malo las exhibiciones? No se maltrata a los perros en ellas, al menos hasta donde yo sé.
- No físicamente, ¿pero qué me dices sobre la ridiculez ésa del pedigree?
- ¿Qué tiene de malo el pedigree?
- ¿Y qué nos importa a nosotros la pureza de raza?
- Creo que exageras. Hay gente a quien le gusta que su perro sea de raza pura, no veo qué hay de malo en eso.
- Y hay humanos que se preocupan por ser de raza pura, y desprecian y hasta matan a quienes no son de la suya.
- Bueno, pero entonces quienes son o se creen de "raza pura", mientras no agredan a otros está bien, ¿no?
- ¿Conoces algún caso así?
- Un par.
- Excepciones a la regla.
- Tal vez. Aunque creo que son la regla.
- Bueno. El punto es que a nosotros nos importa un carajo, pero ustedes nos tratan como si nos importara.
- Aún así, no califica como maltrato.
- Puede que no, pero no me digas que te gustaría tener un amo que decidiera con quién te reproduces y con quién no.
- Depende. Si me trajera puras mujeres fogosas, yo no tendría problemas. Hasta me ahorraría el andar buscando con quién.

¡Mira nada más el tamaño de ese pedigree!
- Ése es otro punto interesante. Creo que ustedes los humanos sobrevaloran la imagen a la hora de encontrar pareja.
- Discrepo. Yo digo que la atracción física es la base sobre la cual se construye una atracción más general.
- Puede ser. Aunque no vas a negar que entre los humanos hay quienes se basan casi exclusivamente en ella. Entre los animales, no.
- Eso es debatible. Entre los animales sí hay especies que se basan en la apariencia llamativa, y entre los humanos hay quienes se basan en otras cosas.
- El dinero, por ejemplo.
- No iba por ahí, pero sí, también en el dinero. Con nosotros es así. Tus primas felinas salvajes eligen al macho por su capacidad para cuidar y alimentar a sus crías; a nosotros, el dinero es el que nos da esa capacidad de mantener crías adecuadamente.
- Adiós selección natural.
- Hace años que rebasamos esa línea, para pasar al aldo de la selección social. Ahora son los menos aptos quienes suelen dejar más descendencia. Los más inteligentes e informados tienen más conciencia de los problemas globales, como la sobrepoblación, y lo piensan dos veces antes de tener descendencia.
- Ya me confundí. ¿Entonces la aptitud de supervivencia te la da el dinero, o la inteligencia?
- En teoría, la inteligencia. Pero verás, tengo la hipótesis de que una vez que una especie inteligente alcanza un determinado nivel de desarrollo tecnológico, los beneficios de la inteligencia en el orden selectivo se vuelven más inciertos. Agrégale a eso el sistema social centrado en el dinero que hemos creado, y la importancia de la inteligencia es opacada irremediablemente.
- No te entiendo.
- Te voy a poner un ejemplo. Hace exactamente un siglo, cuando mi bisabuelo era joven, llegó a ser jefe de la estación de trenes de Guadalajara a los dieciseis años. A los diecinueve administraba un molino, y todo a pesar de su origen humilde y de no haber estudiado más que la primaria; su inteligencia lo sacó adelante. El equivalente actual de jefe de estación sería, no sé, controlador de vuelo en un aeropuerto, o gerente de embarques en una maquiladora. Un joven de dieciseis años con nivel de primaria, por más inteligente que sea, jamás podría desempeñarse en un puesto así en la actualidad, en parte porque la tecnología de una torre de control es mucho más compleja, y en parte porque simplemente ni siquiera necesita ser inteligente para salir adelante. En cambio, puede darse el lujo de ser estúpido y obtener un trabajo repetitivo y sencillo, y escalar puestos en una empresa a base de besar traseros, tener un sueldo más que bueno, ser con ello un buen partido y procrear, y sobrevivir el resto de sus días con un nivel de vida holgado.
- Tu hipótesis tiene muchos cabos sueltos.
- Por eso es hipótesis. Estoy trabajando en ella.
- De cualquier manera, qué especie tan complicada y egocéntrica la tuya, que basa su criterio de selección en una invención de ustedes mismos.
- Ni lo menciones. Es de lo más irónico que Dios y el dinero, ambos inventados por el ser humano, sean tanto los ejes actuales como los principales obstáculos de la humanidad. Estamos estancados.
- Sí, de hecho es hasta divertido, ahora que lo mencionas. ¿Sabes? A diario soy testigo de sus avances tecnológicos, de eso que ustedes llaman "progreso". Viví en la calle. Pero en la práctica, ustedes son los mismos animales "inteligentes" de hace diez mil años, sólo con mejores juguetes.
- Asimov alguna vez dijo que el aspecto más triste de la vida actual es que la ciencia gana conocimiento más rápido de lo que la sociedad gana sabiduría.
- Y ahora hasta tienen la capacidad de autodestruírse, y de paso a nosotros. ¿Sabes? Eso de que la gente se drogue tiene todo el sentido del mundo. No lo entendía, pero dada su realidad, es comprensible que quieran escapar de ella a ratos.

Además, eso de la psicodelia es la pura buena onda.
- No sé. Supongo que el inhibir nuestro raciocinio con sustancias es un intento por ser un poco como ustedes y así ser más felices, aunque sea por un rato.
- Así es. Yo soy un animal, no tengo ni dioses, ni dinero ni drogas, y así soy feliz.
- Eso también es debatible.
- ¿No crees que sea yo feliz?
- Sí lo creo. Pero también creo que nuestra capacidad de ser felices es mayor que la de ustedes. Las emociones humanas son intensas, tanto las buenas como las malas.
- En eso tienes razón. Ustedes son capaces de tener sentimientos buenos, de crear conceptos abstractos, lenguajes, arte de belleza extraordinaria y ciencia increíblemente avanzada; pero del otro lado de la moneda, también son capaces de tener sentimientos nocivos, de crear supersticiones absurdas, de ser destructivamente materialistas y de cometer crímenes terribles.
- Puesto así, pareciera que el estado actual de la civilización fuera una consecuencia directa de qué lado de la moneda va ganando.
- Tú lo has dicho.
- Tienes razón, somos una especie egocéntrica. El egocentrismo tiene la culpa de que esté ganando nuestro lado negativo, el ponernos como individuos por encima de todos los demás. Así, el hecho de que alguien o unos pocos tengan un poco de poder sobre los demás, es suficiente para crear estructuras jerárquicas y sistemas de control para mantener ese poder. Estamos usando nuestro intelecto de manera incorrecta.
- Y dejándose controlar.
- Estúpida evolución.
- Sí, estúpida. Mejor me voy a la calle a seguir siendo animal.
- Te diría que te envidio, pero me quedaré aquí bebiendo cerveza y escuchando buen rock.
- Te diría que te envidio, pero en cinco minutos habré olvidado esta conversación y sus implicaciones.
- Púdrete.
- Buenas noches.
- Buenas noches.