martes, 5 de abril de 2011

El Asesor de Imagen y el Dragón

Hace mucho tiempo, el héroe griego Jasón y sus Argonautas robaron el Vellocino de Oro del rey de la Cólquida. Con el fin de escapar de sus perseguidores, la nave tomó otro rumbo, y en lugar de navegar del mar Negro al Egeo, navegaron hasta la desembocadura del Danubio. Como el camino de regreso estaba bloqueado, continuaron remontando al Danubio y a sus afluentes: El Sava y el Ljubljanica. En la fuente de este último se detuvieron, desensamblaron la nave, y cargaron las piezas hasta el mar Adriático, para así continuar su camino a casa. En algún lugar entre las actuales Vrhnika y Ljubljana, los Argonautas encontraron un gran lago, rodeado por pantanos, donde vivía el terrible Dragón de Ljubljana.

¿Cómo se dice "ahí les va el cíclope tieso" en griego antiguo?

Todo mundo conocemos a los dragones. No porque los hayamos visto, por supuesto, sino porque estas criaturas han formado parte de la mitología de muchas culturas, prácticamente desde el nacimiento de la civilización. Uno no puede evitar preguntarse de dónde vienen esos seres fantásticos. ¿Quién los imaginó primero? ¿Por qué existen dragones en mitologías tan ajenas entre sí, como la griega y la china? ¿Qué sustancias ingería o inhalaba la gente para imaginarlos, o mejor aún, verlos? ¿Por qué no venden de esas sustancias en las tlapalerías?

Entre los registros más antiguos que hacen mención a dragones, están los de Heródoto, "El Padre de la Historia". Sin embargo, la información que este señor obtuvo, provenía de sus viajes a la tierra de Canaán, habitada en ese entonces (siglo V A.C.) por fenicios y judíos, entre otros (afortunadamente para los judíos, entre esos "otros" no había alemanes). Los fenicios, hábiles navegantes que no fueron superados hasta casi mil quinientos años después (por los vikingos), surcaban el Mediterráneo en sus barcos mercantes. Incluso iban más allá del estrecho de Gibraltar, hasta las islas británicas, donde obtenían estaño, esencial para obtener la aleación de bronce, indispensable en esa época. Hasta circunnavegaron África, hazaña que no se repetiría en dos mil años. En sus barcos con proas de cabeza de dragón, realizaron cosas realmente admirables.

Pero esperen, ¿cabezas de dragón? ¿Y de dónde sacaron la idea los fenicios? No sé, pero si yo hubiera sido fenicio, sin duda alguna habría ido a consultar a algún diseñador. El ser humano siempre ha sido competidor y envidioso, y no dudo ni por un momento que, así como ahora competimos por ver quién puede comprar la ropa de un mejor diseñador, en esos tiempos los capitanes de barco compitieran entre sí para ver quién tenía la proa más imponente, novedosa u original. Dicen que en la ciudad de Harrán había diseñadores y asesores de imagen realmente buenos. Tal vez algún capitán de barco fenicio, en su búsqueda de lo mejor para la proa de su barco, hizo el arduo viaje desde Tiro hasta Harrán, sólo para consultar a uno de estos asesores.

- Buenos días. Tengo cita con el señor Ashlultum de Harrán.
- A sus órdenes, ¿en qué puedo ayudarle?
- Pues verá, mi nombre es Nigsummulugal de Tiro. Soy capitán de un barco, y necesito de algo novedoso para mi proa.
- Ya veo. ¿Algo en especial que esté buscando, señor Nigsummulugal? Tengo en mi portafolios personal diseños abstractos que no encontrará en ninguna otra ciudad-estado de la Media Luna Fértil.
- En realidad me disgusta lo abstracto. No lo tome personal. No sé, pensaba en algún animal, o algo así.
- Oh, animales. ¿Alguna preferencia?
- Quiero algo original. Ya sabe, todo mundo usa leones, águilas y toros para cualquier cosa, ya me tienen harto.
- Comprendo. ¿Entonces preferiría algo con estilo egipcio?
- ¿Cómo es el estilo egipcio? Usted disculpará mi ignorancia, pero mis rutas van más hacia las Columnas de Melkart, en realidad no conozco Egipto.
- Bueno, los egipcios tienen un estilo bastante original; en lugar de esos animales que menciona, utilizan carneros, chacales y hasta ibis.
- ¡Por Taautus, eso es enfermizo! No, no quiero nada de eso.
- Entonces, ¿qué le parece abordar el asunto por el lado fantástico? ¿Qué tan familiarizado está con las criaturas míticas?
- A decir verdad, no mucho.
- Creo tener justo lo que necesita. Dígame, Nigsummulugal, ¿qué tienen en común leones, águilas, toros, carneros, chacales e ibis?
- No, no tengo la menor idea.
- ¡Ajá! Pues resulta que... según los patrones de taxonomía actuales, todos ellos son aves o mamíferos, pero ninguno de ellos es un reptil. ¡Lo que usted necesita es un reptil!
- ¿Así como una lagartija? Me decepciona.
- ¡No! Nada de lagartijas. Recuerde que estamos hablando de criaturas míticas. Un reptil... ¡con alas!
- ¿Alas?
- ¡Sí! Algo así como lo que tiene la imagen de Marduk, el dios babilonio. Sólo que en grande. Es más, hagámoslo más novedoso. ¡Un reptil volador, gigantesco, y que además escupa fuego por la boca! ¡Será todo un hito de la moda! ¿Quién podrá resistirse a eso?
- Asombroso. Ashlultum, permítame decirle que es usted el mejor asesor de imagen de la historia. Le aseguro que su nombre vivirá para siempre.

Y sin que parezca perro faldero, por favor.

Tanto éxito tuvo el diseño de Ashlultum, que incluso los vikingos copiaron su idea de las proas con cabeza de dragón, trece siglos después.

Tanto éxito tuvieron los dragones, que aún los usamos para símbolos, banderas, e imágenes digitalizadas en películas 3D, veinticinco siglos después.

Tanto éxito tuvieron los asesores de imagen, que aún hoy, en pleno siglo XXI, hay gente que se dedica a ello. No es su culpa, puesto que existen gracias a que hay gente dispuesta a pagar por sus servicios. En nuestro planeta, millones mueren de hambre, las guerras están a la orden del día causando miserias, los desastres naturales les ayudan causando otro tanto, el ambiente está cada vez más contaminado, la clase gobernante está podrida en todos sus niveles, las corporaciones cometen cualquier tipo de atrocidades en nombre del dinero y bajo la mirada complaciente de los gobiernos, la base de la economía (el petróleo) está por agotarse, el sistema en conjunto está al borde del colapso, y a la gente le importa un comino todo esto por estar idiotizados rezando para ganarse el cielo. Y en medio de todo esto, hay personas que siguen tan campantes como siempre, y hasta le pagan a alguien más para que les digan cómo vestirse, cómo peinarse, cómo maquillarse y cómo comportarse propiamente.

En otras palabras, la gente paga dinero, una invención humana, para que alguien más les dé una imagen que les ayude a desenvolverse en un mundo de gente hipócrita, donde la imagen es importante para ganar estatus social y más dinero. No respondo si esto carece de sentido.

Por más que hayamos producido individuos brillantes y destacados a lo largo de nuestra historia, creo que, como especie, estamos destinados al fracaso. Lástima, con lo bonitas que nos quedaban las proas de cabeza de dragón.

Bleh.

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