miércoles, 23 de marzo de 2011

Culpemos a los Mongoles

Esta semana tuvimos "puente", que es la manera en que la gente llama ahora a los fines de semana largos. Porque han de saber, que los verdaderos puentes eran aquéllos que nos daban en las primarias de gobierno, cuando un día feriado caía en martes o en jueves y nos daban libre el lunes o viernes correspondiente, para un total de cuatro días libres. Ésos sí eran puentes, carajo. Lástima que por ese entonces no conocía las bondades del alcohol.

Ahora, en cambio, los días libres no me alcanzan,
por lo que me veo obligado a beber en la oficina.


Hace rato, escuchando una plática ajena, oí decir algo como "ojalá todas las semanas fueran como ésta". Lo cual me llevó a formularme: ¿Por qué no? ¿Qué clase de sistema tiránico y explotador nos obliga a laborar cinco días y a descansar sólo dos, si bien nos va? ¿Por qué no es al revés, o mínimo cuatro y tres, como en esta semana?

La realidad es que no lo sé, pero creo tener una idea para comenzar a formular una hipótesis. De entrada, la semana de siete días tuvo su origen en la antigua Mesopotamia, una de las cunas de la civilización.

Los antiguos babilonios (no me gusta generalizar, pero por "babilonios" me referiré a sumerios, acadios y demás habitantes de esa zona), poseedores de tanto tiempo libre que podían pasar ya no días, sino años enteros observando las estrellas, distinguieron en el cielo siete objetos especialmente luminosos y con una trayectoria independiente a la del resto de las estrellas (Sol, Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno).

Y como desde entonces la gente está medio tonta y le atribuye un origen divino a todo aquéllo que no se puede explicar, decidieron que tales objetos eran dioses. Como objetos divinos, había que rendirles homenaje, así que nombraron los días con esos siete nombres, y entonces inventaron la semana de siete días. Convenientemente, cuatro semanas de siete días equivalían casi exactamente a un ciclo lunar, el cual es la base del calendario originario de esa región; o sea que ni mandado a hacer. Así que si alguna vez se preguntaron por qué Urano y Neptuno son discriminados y no tienen su propio día de la semana, la respuesta es: Porque los antiguos babilonios no tenían telescopios.

Ni papel. Ni Discovery Channel.

En uno los vaivenes de la historia, los babilonios llegaron a conquistar a los judíos primitivos, antes de que éstos inventaran el infierno, los ángeles y la mayoría de sus cuentos, incluso el del Dios único. El Templo judío fue destruido, y sus líderes llevados al exilio en Babilonia. Pero décadas después, los persas tomaron Babilonia y liberaron a los judíos, que para entonces ya estaban empapados de la rica cultura babilonia, y regresaron a su tierra con un montón de novedades plagiadas de la misma, como la historia de la creación, la del diluvio, y la semana de siete días.

Con el tiempo, desarrollaron la idea de un único dios, por lo que la semana de siete días dedicada a siete dioses se convirtió en una semana de siete días con un día dedicado a Dios y a no hacer absolutamente nada, el famoso Sabbat. Y como los seis días restantes se quedaron sin dioses, tuvieron que dedicarlos a trabajar (los judíos inventaron, entre otras cosas, la intolerancia religiosa, el trabajo, y el salario mínimo. Por eso nadie los quiere).

Entre muchas otras cosas, los judíos predican la venida de un Mesías que les traerá felicidad, libertad y mucho dinero. Pero como nadie sabe ni cómo, ni cuándo vendrá, básicamente cualquiera puede proclamarse Mesías, lo cual ha sucedido en incontables ocasiones a lo largo de la historia.

Hubo una en especial, que se dio justamente cuando los judíos estaban muy necesitados. Los paganos imperialistas de los romanos dominaban firmemente la Tierra Prometida, por lo que los superpoderes de un Mesías se necesitaban con urgencia. Y bueno, todos conocemos la historia de Jesús: Unos lo aceptaron como Mesías, otros no, otros decidieron empezar a contar los años a partir de su nacimiento, y a fin de cuentas nadie entendió su mensaje.

Al menos hasta 1960 años después.

El punto es que se inventó otra nueva religión de judíos que se pelearon con los otros judíos, pero a quienes les faltaba imaginación: Tomaron sus escrituras sagradas, y les agregaron otras más para que parecieran originales; tomaron a su Dios, pero lo dividieron en tres pedazos, para despistar; tomaron su día dedicado a Dios, pero lo cambiaron del sábado al domingo, para que no fuera el mismo (yo opino que, ya que habían partido a Dios en tres, mejor le hubieran dedicado tres días; eso habría sido original, carajo).

Seis siglos después, hubo otros monos llamados musulmanes que se inventaron otra religión, basada en las dos anteriores (sólo que éstos sí escribieron su propio libro desde ceros). Pero además de orginales, resultaron agresivos, y expulsaron a judíos y cristianos de Canaán, a punta de cimitarra. Para entonces, los cristianos como sea ya tenían a Europa dominada (y hundida en el oscurantismo), pero los judíos no tenían más tierras, y tuvieron que exiliarse en los dominios cristianos, que los trataban mal pero al menos los dejaban vivos (casi siempre), arreglándoselas como podían; muchos encontraron la manera de sobrevivir convirtiéndose en comerciantes o banqueros, tradición que continúa hasta hoy.

Me imagino que, como dueños de negocios, tuvieron que contratar empleados. Por pura estadística podemos deducir que estos empleados eran, en su mayoría, cristianos. Los judíos no abrían sus negocios los sábados, para guardar el Sabbat, mientras que los cristianos se rehusaban a trabajar los domingos, por ser el día dedicado a escuchar misa y a rascarse las bolas. Los cinco días restantes no había excusas, había que trabajar. Es sólo especulación, pero es la mejor explicación que puedo deducir para la tiránica y mal proporcionada semana inglesa.

¿Pero qué sucedió con los musulmanes? Ellos tampoco quisieron tener el mismo día sagrado que las otras dos religiones. Así es: Eligieron el viernes. El problema es que a ellos ya nadie los sacó del Medio Oriente, ni siquiera las temibles hordas mongolas del siglo XIII, por lo que no tuvieron que refugiarse e integrarse en la sociedad judeo-cristiana, ni hacer respetar su propio día sagrado. Todo lo contrario, pues judíos y musulmanes siguen peleándose hasta hoy.

¿Que habría pasado si los mongoles hubieran aplastado a los musulmanes, tal como ya habían hecho con los chinos, persas, rusos y muchos más? Sólo Alá lo sabe, pero podemos soñar con que eventualmente habrían destruido el mundo islámico, para que se repitiera la historia de los judíos, y entonces tendríamos tres días de descanso en una sociedad judeo-cristiana-musulmana integrada en Europa, mientras que los mongoles habrían fundado una nueva religión basada en todas las anteriores y con el jueves como día sagrado.

Pero ya es demasiado tarde. En nuestro mundo globalizado, la semana de siete días, con uno o dos días de descanso, ya viene implícita en las costumbres de prácticamente cualquier sociedad. Es algo que ni se cuestiona, porque la gente jamás se cuestiona nada: Los cristianos no cuestionan lo que les dicen sobre Jesús, los musulmanes no cuestionan lo que les dicen sobre Alá, los judíos no cuestionan ni siquiera por qué no deben pronunciar el nombre de su dios, y ninguno de ellos cuestiona la semana que viene de una herencia tan antigua como la civilización misma. 

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